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Un fotógrafo callejero se convierte en cameraman de noticieros por amor a una mujer, aunque corre con mucha desventaja -profesional y romántica- respecto de sus competidores. El pánico económico que produjo la llegada del sonido hizo que el histórico productor de Keaton, Joseph Schenck, decidiera replegarse y dejar de correr riesgos en la independencia. Como parte de esa estrategia vendió el contrato que lo unía al cómico a la poderosa MGM, que estaba ansiosa por sumarlo a su universo de estrellas pero al mismo tiempo tenía sus propias ideas respecto de lo que había que hacer con él. El interés romántico, que siempre había sido tratado con irreverencia en sus películas, aquí pasó a ser un eje central que condiciona la conducta del héroe. No obstante, aún en ese esquema, Keaton impuso su temperamento y logró otro clásico a fuerza de reservarse varias escenas en las que pudo hacer lo que mejor sabía. Muchas ideas de este film fueron a parar casi literalmente al clásico Cantando en la lluvia (1952), que es un homenaje a esta época de la industria. En Argentina se estrenó con el título El del ojo de vidrio.

Se exhibirá con música en vivo, compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra, que coordina y dirige Fernando Kabusacki.

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