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El detective-espía Lemmy Caution llega a Alphaville en busca de un hombre y encuentra una sociedad dominada por un extraño fascismo tecnológico. Ese punto de partida resulta en una de las películas más representativas de la filmografía de JLG, quien se dio el gusto aquí de hacer estallar no sólo las convenciones del cine de gángsters sino también de la ciencia-ficción. En la década del 50, Lemmy Caution era un popular personaje del pulp francés que había saltado con mucho éxito a la pantalla cinematográfica encarnado por el actor norteamericano Eddie Constantine. Sus varias películas anticipan a las de James Bond en la combinación de espionaje, peripecias de novela negra y humor autoconsciente. Esa vida previa del personaje, poco conocida fuera de Francia, agrega a los muchos méritos de Alphaville el de ser la resignificación de un producto comercial de consumo masivo. A la audacia de esa apropiación pop hay que agregar la descripción anticipatoria de un universo en el que las emociones suponen una forma de trasgresión, y el uso insólito de locaciones parisinas reales para componer esa ficticia y asfixiante ciudad de Alphaville. Texto de Fernando M. Peña.

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