La vida de los sueños y el poder de sus imágenes han sido un tema recurrente en la historia de las artes, con momentos y artistas en los que han cobrado una especial relevancia. El movimiento surrealista es el ejemplo más evidente, que teorizó sobre ellos como fuente fundamental de creación, pero no solo en ese marco el mundo onírico ha sido un tema importante en las obras de arte.
Los días que estamos viviendo son extraordinarios. Han perdido los bordes, las regularidades que tenían, y ni siquiera el ciclo día-noche consigue devolvérselos del todo. Viene el insomnio o se duerme a cualquier hora, cuando se puede. La consciencia por momentos no da abasto y en cambio los sueños parecen estar más fulgurantes que nunca. Trabajan a destajo: elaboran, nutren, liberan. Nos informan sobre nuestros miedos, pero también de nuestros deseos y esperanzas. Quizá sea un buen momento para prestarles una atención también extraordinaria.
En la Colección Malba existen diversas piezas que aluden a los sueños. Aquí compartimos algunas, junto a una selección de textos de autores especializados.
(Texto de Socorro Giménez Cubillos, coordinadora de publicaciones de Malba)
Antonio Berni, la siesta y su sueño, 1932.
“Como lo muestran muchas de las composiciones de esta serie, Berni parece haber adherido a una concepción del ámbito urbano próxima a la de los surrealistas: el rechazo de la “ciudad racionalista y productiva” que “niega lo extraordinario, lo ritual y hace imposible la verdadera libertad”. Una concepción que se mantuvo a través del tiempo y se instaló en lo más nuclear de las pinturas del Nuevo Realismo, confirmando de este modo –y en coincidencia con lo expresado por el propio artista– que el surrealismo no constituyó un capítulo cerrado y concluido, sino una verdadera tensión en toda su producción. La declaración de que vuelve a ingresar a la realidad por la vía del surrealismo y que, al mismo tiempo, más allá de las diversas mutaciones estéticas, nunca abandonó totalmente ciertos principios y recursos de ese movimiento, refuerza el carácter político que subtiende toda su obra.”
(Texto de Guillermo Fantoni).
Cecilia Vicuña, Sueño, 1971.
“Sueño que en Nueva York voy a ver a mi amiga Yoko Ono. Estamos juntas cuando llega un tío mío diciéndome que por fin ha empezado la revolución: todos los indios del Norte, Centro y Sur de América se han rebelado y levantándose en armas matan al papa.
Durante años yo esperaba que los indios se organizaran defendiéndose para recuperar siquiera una parte de sus tierras y sus mundos.
Salto y bailo de gusto.
Me levanto, abro mis enciclopedias y busco retratos de indios. Encuentro los que busco después de dos días. Pinto un tarahumaa de México, una pareja de yaganes de Tierra del Fuego, unos mayas lacandones de Guatemala, dos indios aymara del altiplano Perú-Boliviano, dos bororos de Brasil, dos mapuches de Chile y una familia apache de los E.U.A.
Hombres y mujeres pretenden estar armados con sus armas tradicionales pero es nada más una estratagema. En verdad, todos tienen un fusil escondido y esta vez, ganarán la guerra.”
(Texto de Cecilia Vicuña).
Grete Stern. Sueño nº 38, 1949.
“Por el ensamble de objetos dispares y el interés en el mundo onírico, es decir, por su sintaxis y su temática, los fotomontajes de Stern establecen un lazo con el surrealismo. Pero, a la vez, se apartan del movimiento iniciado a principios de la década del 20 por varias razones. Por un lado, la distancia temporal: para fines de los años 40, el largo trayecto que habían recorrido tanto el psicoanálisis como el surrealismo hacía que la precisa adecuación forma-contenido entre los sueños y el fotomontaje se convirtiera en una suerte de guiño o cita. Por otra parte, se trata de la puesta en imagen de un sueño ajeno y no del propio, mediada además por la palabra escrita y la intención de análisis. Así, los fotomontajes son transcripciones en lenguaje surrealista de la interpretación de la actividad inconsciente de otro. Por último, como apunta Paula Bertúa, la finalidad de este trabajo con los sueños no consistía en liberar el pensamiento y el lenguaje del control de la razón y de la conciencia, sino en producir imágenes comprensibles para el público lector de la publicación. Sin duda por ello Stern recurre a ciertos símbolos convencionales tendientes a evitar el hermetismo o limitar las ambigüedades que podrían producirse al combinar fragmentos sacados de su contexto. Pocos elementos –a veces solo dos– arman composiciones visualmente simples con significados mucho más complejos y ambiguos.”
(Texto de Verónica Tell).
Feliciano Centurión, Noche de nueve lunas, ca. 1993.
“Los bocetos de Feliciano Centurión, realizados entre 1991 y 1993, forman parte del proceso de creación de las frazadas pintadas, algunas no concretadas y otras expuestas durante los años 90 en Asunción y Buenos Aires. […] De la selección de seis dibujos se desprenden diferentes temas que atraviesan su obra, desde las pinturas iniciales de los años 80 –expresionistas y de gran formato– hasta su última etapa, en la que creó pequeñas frazadas, almohadas y servilletas durante el transcurso de 1996, año de su muerte a causa del sida. Las imágenes oníricas y los paisajes provenientes de geografías como el Paraguay y la Argentina se encuentran en dibujos como El volcán Hudson (1991) ubicado en el sur de Chile, que hizo erupción en 1991 y afectó las zonas aledañas de la Patagonia– y Noche de nueve lunas (c. 1993). Ambas imágenes fueron llevadas a cabo en frazadas, la primera en tonos rojizos –a excepción del humo, la lava y las cenizas, que fueron realizados en blanco y negro– y la segunda en una frazada azul, con el barco blanco y las lunas representadas con encaje ñandutí.”
(Texto de Francisco Lemus).
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Sobre la serie Circulación: en estas semanas de aislamiento y retracción, buscamos propiciar la circulación de ideas a través de la recuperación de una serie de textos y materiales que acompañaron a las exposiciones de Malba a lo largo de sus 18 años de vida.
La obra de Adriana Varejão rescata y cruza diferentes historias, tejiendo múltiples narrativas y referencias: de la historia del arte al arte religioso, de la azulejería a la cerámica, de China al Brasil, de la iconografía colonial a las imágenes producidas por los viajantes europeos y al arte académico, de la geometrización de los espacios arquitectónicos a la cuadrícula modernista, de los temas acuáticos a los mapas.
En 2012, Malba organizó la exposición Victor Grippo. Homenaje, una selección de 20 obras antológicas, con objetos, instalaciones, obras en proceso, cajas y ambientaciones reconstruidas especialmente para la ocasión. Este ensayo de Marcelo Pacheco fue publicado en el catálogo que acompañó a la muestra.
Artista autodidacta, Rubén Santantonín hizo su primera aparición pública a fines de los 40 con una imagen geométrica, muy en boga en aquellos años del arte concreto.
Recuperamos algunas "instrucciones" de Yoko Ono –presentadas en Malba en 2016– que resuenan especialmente en estos tiempos.
"El tiempo de Porter es definitivamente otro, más flexible y más incierto que el de Hawking, un tiempo en el que es posible destruir y a la vez componer, optar por una alternativa sin perder las otras, oír el diálogo del pingüino con un salero, alumbrar a un hombre con un hacha y también a un jardinero que riega sus plantas en medio del desastre".
En 2008, Malba produjo una gran exposición individual del artista norteamericano nacido en Cuba Félix González-Torres (1957-1996), uno de los exponentes clave de la escena artística internacional en los años 80 y 90, que marcó fuertemente el arte contemporáneo actual.
Fragmentos del ensayo de Christian Ferrer incluido en el libro que acompañó a la intervención urbana La democracia del símbolo, de Leandro Erlich (Malba, 2015).
Archivos
La figura humana en Berni y Spilimbergo
Este texto es un fragmento del ensayo "Correlatos entre Berni y sus contemporáneos. Diálogos argentinos", publicado en el catálogo que acompañó a la exposición: Berni y sus contemporáneos. Correlatos (Malba, 2005).
Por Adriana Lauría