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Spiritual America es una de las obras de apropiación de Prince más polémicas y comentadas. Fue exhibida por primera vez en 1983, en una pequeña galería de Nueva York. La exposición constaba solo de esta pieza, una refotografía de la controvertida foto de Garry Gross de una jovencísima Brooke Shields desnuda, de 1975, que había sido encargada por la madre de la actriz como imagen publicitaria, y publicada en la revista Sugar’n’Spice. Prince tuvo conocimiento de la existencia de la fotografía en 1983, cuando ésta fue objeto de un juicio muy difundido entablado por Shields para obtener el copyright de la foto de Gross.

Prince tomó el nombre de esta obra, Spiritual America, de una fotografía de 1923 de Alfred Stieglitz, que mostraba a un caballo de tiro castrado como símbolo de un país en decadencia moral. Este título no invita al observador a ver a la niña como motivo, sino que problematiza el contexto, la historia y los “valores” subyacentes en el origen de la foto, los que, en opinión del artista, eran síntomas de los crecientes rasgos de insensibilidad en la sociedad estadounidense.

Apartada de su función original como fotografía publicitaria, Spiritual America se presenta como un análisis social crítico de la imagen en sí misma y de la fascinación por la fama y las celebridades. Prince llama la atención sobre la forma en que la sociedad representa y sexualiza los cuerpos infantiles en los medios de comunicación, el arte y la cultura popular.

En Spiritual America 4, Prince aborda la controversia vinculada a su utilización de la fotografía de Brooke Shields en Spiritual America. A diferencia de la primera pieza, ésta no se trata de una refotografía sino que fue producida en colaboración con la actriz. Shields, ya adulta, posó en bikini para el fotógrafo de famosos Sante D’Orazio y recuperó el control de su propia imagen, ya que la obra puede ser vista como un comentario sobre la original. Como una continuación de la historia de la fotografía de Prince de 1983, Spiritual America 4 se expuso en la misma galería de Nueva York, también sin publicidad ni invitaciones.