En el contexto de las revoluciones burguesas de 1830 a 1848, fueron los llamados “jóvenes hegelianos” quienes dieron impulso visible a la iniciativa de la crítica, enfocada por entonces sobre la obra de Hegel. Marx perteneció a ese entorno, trabajó con Bruno Bauer, colaboró con Arnold Ruge y con Moses Hess. Pero en la urgencia se vive como en un juego de cajas chinas, de las que hay que salir constantemente. Esta idea de salida, que en el Marx posterior terminará por formularse como una salida de la filosofía, domina sus primeros trabajos teóricos. Hay que salir de la filosofía de Hegel; eso se habían propuesto precisamente los jóvenes hegelianos. Era necesario profundizar el camino de secularización que había emprendido decididamente el Iluminismo. Feuerbach fue el humanizador de las representaciones teóricas que ocultaban un origen mítico-religioso y que eran, a su vez, expresión oculta de un inevitable humanismo. Esta antropologización del objeto de la filosofía fue adoptada rotundamente por Marx y defendida –mediante una crítica– ante la “crítica criticante” de Max Stirner, que acusaba a Feuerbach de disolver el individuo en su concepto de género, esto es, del género humano. El defendido cayó pronto bajo el hacha correctiva del defensor. Las tesis sobre Feuerbach, de 1845, se proponen salir de ese humanismo, y muestran la dirección de esa salida con la agudeza propia de una lengua en construcción, tal como es toda lengua revolucionaria.
Feuerbach había hecho el trabajo antropológico solo a medias; había permanecido en la contemplación teórica de sus objetos, había concebido lo genérico como una sumatoria de individuos, y se había conformado con una sensibilidad que busca lo real pero que no pasa a la realidad entendida como actividad y como práctica. En suma, era un materialismo ya viejo, que no había salido del punto de vista de la sociedad civil y burguesa. Lo que valía ahora, sin embargo, era el materialismo nuevo y propio, que adoptará desde entonces la perspectiva no de un sector de la realidad sino de todo lo que incumbe a la sociedad humana, con protagonismo en el proletariado. También el socialismo llamado “verdadero”, el socialismo alemán, que había aceptado esta nueva universalidad, fue juzgado por Marx en defensa del socialismo francés, aunque más no sea para luego volverse contra uno de sus mayores representantes, Proudhon.
No aplicar el arma de la crítica, sino la crítica de las armas, había dicho Marx en su análisis de Hegel. Este camino de descenso de las esferas de la especulación, del individualismo, de la contemplación teórica, de la mala crítica y el mal entendido materialismo no se daba sin más y no excluía la lengua como problema tácito. Su centro será la historia, aunque esta historia sea siempre prolegómeno del presente, y eso es lo que estaba en juego ante todo: ni el pensamiento ni Hegel ni el hombre con mayúscula, sino los hombres en el presente, que debía convertirse en el de la revolución si ya no lo era.
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Fragmento del texto "Marx y la crítica radical", publicado en Sin utopía no hay realidad. A propósito de Karl Marx, Publicaciones TNA (Teatro Nacional Argentino - Teatro Cervantes), Buenos Aires, 2018.
El curso Marx antes del marxismo. El surgimiento de una crítica radical de la sociedad moderna, comienza el 7 de octubre.
Seminario
Marx antes del marxismo
El surgimiento de una crítica radical de la sociedad moderna
Este curso se propone recorrer una primera fase del pensamiento de Marx, hasta el abandono de la filosofía y el pasaje a la economía política.
Por Mariana Dimópulos
Módulo 1: lunes 7, 21, 28 de octubre, y 4 de noviembre de 18:30 a 20:30
Módulo 2: lunes 11, 25 de noviembre, 2 y 9 de diciembre de 18:30 a 20:30