Para hablar de una fotografía artística del siglo XX, habría que diferenciar entre la experiencia en sí misma y los cambios tecnológicos. Siempre hubo fotógrafos artistas y artistas no necesariamente fotógrafos que la utilizan como medio de producción de obra. De la fotografía artística del siglo XX quedan, en principio, los artistas vivos produciendo en diálogo con un contexto tecnológico y conceptual cambiante.
Si bien hay una nueva y abundante bibliografía a partir de la aparición de la tecnología digital y de la masificación de su uso, o de la acuñación de conceptos como post-fotografía y fin de la fotografía, hay cuestiones que permanecen constantes. La historia del arte en general es la historia de los cambios en las formas e ideas referidas a una experiencia que, en el fondo, es la misma. Y la historia de la fotografía en particular, está completamente unida a la historia de la tecnología. La aparición de la película fotográfica y la cámara portátil en el 1900 fue también una gran democratización, comparable con los teléfonos inteligentes del 2000. Lejos de “matarla”, complejizó su lenguaje y enriqueció la experiencia.
Ni la máxima visibilidad, ni la universalización del uso del medio fotográfico, ni el reemplazo de los procesos de fijación de imágenes químicas por el de los bits son, creo yo, un límite para descubrir o re-pensar el mundo. Hay una preocupación exagerada por una presunta crisis del medio, junto a una potenciación de su presencia en todas las plataformas y circuitos en general, y en el arte contemporáneo en particular.
La fotografía no está condenada a nada, como tampoco lo está la pintura ni ningún otro medio. Un artista genuino puede proveer el aura imprescindible y sin tiempo al formato de generación de imagen que es una foto: particular, complejo en su lectura e irreemplazable.
Eso sí: el desafío siempre es mayor.
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Alberto Goldenstein es fotógrafo y curador. Fue el creador y director durante más de diez años de la Fotogalería del Centro Cultural Ricardo Rojas.
Este texto forma parte de The Etcetera, un proyecto que surge a partir de la muestra Diane Arbus. En el Principio. Su objetivo es generar una serie de intercambios textuales entre teóricos, artistas, escritores y críticos sobre la actualidad de varios de los temas que aparecen en la exposición de la fotógrafa norteamericana.
Cuando visito una exposición de Diane Arbus como En el principio, lo que me impacta –y en lo que pienso– es cómo la figura de las personas en muchas de las fotografías está posicionada con extremo cuidado. En realidad, Arbus, no “posicionaba” a sus retratados, pero tenía la capacidad de captar el momento en el que la figura parece estar en una posición estable, como en un tipo de estasis.
La nostalgia cuando muy aguda nubla la visión y la lectura del mundo alrededor nuestro. La realidad es que el pasado no siempre, y de hecho casi nunca, fue mejor.
Las imágenes que a mi me interesan son aquellas que evocan los márgenes de lo visible o de lo indecible, aquellas que ponen a prueba nuestros prejuicios perceptivos, y por tanto, políticos y sociales. Estas imágenes siempre existirán, tal como, a pesar de la restricción de números de caracteres de las redes sociales, existen todavía, la poesía o el ensayo, por ejemplo.
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La doble redundancia
El otro día en Roma me fui a la Plaza de España a ver turistas. También en Latinoamérica hay mucho turismo, pero no puedo nombrar ningún lugar en el que el numero de visitantes y la intensidad de su actividad turística sea similar a la de las ciudades Europeas herederas en mayor o menor medida del Gran Tour o destinatarias de las rutas de las compañías de bajo coste.
Por Chus Martínez