Darkroom es una instalación en la que doce performers actúan en la más absoluta oscuridad; una experiencia de teatro a ciegas. Allí, los actores son anónimos –utilizan máscaras– y no ven al público ni a los demás colegas; como si participaran en un experimento científico demencial, desarrollan las acciones de la vida, desde lo más cotidiano y aparentemente irrelevante hasta lo más dramático. En esa situación de ceguera absoluta, un espectador entra solo al Darkroom con una cámara infrarroja a través de la cual puede ver las acciones de los performers.
Se trata de un proyecto diseñado y producido por Roberto Jacoby, uno de los representantes fundamentales de la vanguardia argentina de la década del ‘60 y, en la actualidad, un referente de las nuevas generaciones de artistas.
Denominado por Jacoby como “un laboratorio de la oscuridad”, su idea es que en la experiencia de oscuridad extrema se quiebran los modos habituales de visualidad y socializacion, produciendo en el espectador (y en los performers) una situación de extrañamiento radical, en donde deben reacomodarse a una nueva percepción de sus propios cuerpos y sus movimientos. Para Jacoby, “el lugar del espectador es uno de los temas centrales del Darkroom. No solamente porque se trata de la singularización del público hasta su dimensión atómica. Ni porque el visitante registra el video al mismo tiempo que observa. Ni porque nadie puede ver lo que sucede en el Darkroom que es por definición un inaprensible aún con la privilegiada visión infrarroja. Ni porque buena parte del Darkroom se percibe a través de relatos e incluso existen espectadores que exclusivamente han recibido relatos. Ninguna de estas razones sino por todas ellas al mismo tiempo”.
Además del espacio negro del Darkroom, en Malba la obra contará con una antesala que tendrá dos funciones: por un lado, se ubicarán allí tres cabinas que tendrán un monitor de TV cada una, a las cuales los visitantes podrán entrar para ver las acciones que ocurren en el Darkroom, tal como si estuvieran en una cabina de seguridad. Por otro lado, esta antesala funcionará como lugar de “entrenamiento” para aquellos espectadores que luego ingresarán al Darkroom.
Las performances en el espacio oscuro del Darkroom se realizarán en días y horarios fijos. Para participar como espectadores, los visitantes (mayores de 18 años) deberán anotarse con antelación en Informes del museo. Es importante destacar que por las características del proyecto de Jacoby, el ingreso al cuarto negro es individual, lo cual restringe el acceso masivo del público.
Esta es la segunda versión del Darkroom; la primera fue en la galería Belleza y Felicidad, de Buenos Aires, en el mes de agosto de 2002.
Nació en Buenos Aires en 1944. Estudió sociología en la UBA hasta 1965, cuando se definió por las artes visuales y participó de la Semana de eventos en la Galería Guernica. En 1966 comenzó a experimentar con objetos escultóricos y participó de la exposición Homenaje a Viet-Nam con obras en poliéster basadas en fotografías de los periódicos. Ese mismo año, comenzó a trabajar en torno a los circuitos de comunicación masiva, que señalaban el proceso de desmaterialización de la obra de arte. Junto a Eduardo Costa y Raúl Escari escribió el manifiesto “Un arte de los medios de comunicación”, produciendo una serie de obras que tomaron los medios masivos, el teléfono, el grabador o el espacio urbano como conceptos y materia de experimentación. En 1968 participó de Experiencias 68 en el Instituto Torcuato Di Tella e intervino en la creación y realización de la acción colectiva Tucumán Arde. Luego de participar de la revista Sobre, se dedicó a la investigación del conflicto social durante más de quince años.
Entre 1980 y 1990 escribió las letras de casi todas las canciones del grupo Virus y produjo artísticamente numerosos shows, espectáculos multimedia y una movida de discotecas nómades. Tras veinte años de alejamiento de la producción artística visual, a partir de 1988 realizó instalaciones en el Instituto de Cooperación Iberoamericana, el Centro Cultural Ricardo Rojas y numerosos espacios efímeros. Entre 1990 y 1999, llevó a cabo diversas acciones tales como Yo tengo sida o Fabulous Nobodies y comenzó con el proyecto Bola de nieve, cuyo objetivo fue dar visibilidad a una vasta red de artistas.
En el año 2000, creó el concepto de ramona, una revista de artes visuales y Web site. También propuso el concepto y promovió el Proyecto Venus, una sociedad experimental de artistas y no artistas que recibió en 2002 la beca Guggenheim. En 2001 realizó su primera muestra individual en la galería Belleza y Felicidad. En 2004 coordinó el área Sociedades Experimentales en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA. En 2005 comenzó Culísimo, un proyecto sociolingüístico.
Entre los libros recientes que se ocupan de revisar su trayectoria, se destacan: I. Katzenstein y A. Giunta, Listen, Here, Now! Argentine Art in the 1960s: Writings of the Avant-Garde, The Museum of Modern Art, Nueva York, 2004; M.C. Ramírez et al., Inverted Utopias, The Museum of Fine Arts Houston, 2004; P. Osborne, Conceptual Art, Phaidon, Londres, 2002; AA.VV., Heterotopías, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 2000; A. Alberro y B. Stimson, Conceptual Art: a critical anthology, MIT, Boston, 1999; AA.VV., Global Conceptualism, Queens Museum, Nueva York, 1999; A. Longoni y M. Mestman, Del Di Tella a Tucumán Arde, El cielo por asalto, Buenos Aires, 1999.