Cuatro preguntas a Jeb Koogler y Andrés Wind, organizadores de Silent Reading Party, un evento de lectura colectiva que, presentado por MALBA Literatura, tendrá lugar el martes 21 de junio a las 19:30.
¿De dónde viene la idea del Silent Reading Party? ¿Dónde se originó y por qué decidieron traerlo a Buenos Aires?
El Silent Reading Party es un evento que empezó en Seattle, donde un grupo de personas se junta a leer en un ambiente tranquilo, normalmente en compañía de un café, cerveza o vino. Se realiza en bares, cafés, centros culturales y se está esparciendo rápidamente por Estados Unidos. La gente apaga sus celulares y dispositivos electrónicos para pasar un rato concentrados en la lectura. ¡Imaginate estar rodeado de 50 o más personas sin escuchar ningún celular que suene! Es genial. Ya organizamos dos eventos de este tipo en Buenos Aires y la recepción ha sido muy positiva.
Han creado una iniciativa llamada Disconnect que funciona como cara de esta serie de eventos. ¿De qué se trata?
Hay una publicidad en el subte de WiFi gratuito en cada estación, que dice algo así como: “Para que siempre estemos conectados”. Esa es una de las visiones sobre el significado de la "conectividad". Nosotros, sin embargo, tenemos una idea diferente sobre la misma, que es la que estamos tratando de promover a través de Disconnect.
Los argentinos chequean sus celulares, en promedio, unas 220 veces al día. Esto pasa en todos lados, no solo acá. La gente experimenta su relación con el mundo cada vez más a través de la pantalla. Estamos tratando de incentivar la creación de un balance más sano entre el mundo tecnológico y el real. Nuestra meta es crear espacios y eventos que nos incentivan a desconectarnos por un rato de los dispositivos tecnológicos.
¿Que tipo de público se acerca a un Silent Reading Party? ¿Cómo es la onda del evento?
¡Todos son bienvenidos! Vinieron personas mayores con sus libros, muchos de veinte y de treinta, y hasta padres con hijos. Nadie queda excluido. La onda es muy casual. Si bien el evento incluye la palabra “silencio”, no es un elemento excluyente en este tipo de encuentros. La idea es que sea “tranqui” y que puedan sumergirse también en la lectura a través de la música que suena de fondo. Cada uno se instala en un lugar, junto con su libro, donde más cómodo se sienta.
Tengo entendido que uno de ustedes es argentino y el otro extranjero. ¿Cuáles son sus profesiones y backgrounds?
Sí, uno de nosotros es argentino, Andrès, que trabaja como barista y es entusiasta de la escritura. Divide su tiempo entre Argentina y Alemania. Y el otro es un estadounidense, Jeb, que se mudó a Buenos Aires hace dos años para trabajar en una ONG que apoya el movimiento del cooperativismo y las fábricas recuperadas, y se enamoró de esta ciudad en la que decidió instalarse.