Luego de haber reducido la obra de arte a la condición de una idea, Ono abandonó toda producción y expresión artística de firma. Sus ideas y conceptos pueden materializarse de cualquier forma y mediante cualquier técnica posible. Sin embargo, aun cuando el punto de partida no es la materialidad ni la técnica, se mantiene una aproximación estética determinada. Por ejemplo, su uso del blanco, que en el lejano Oriente representa el color de la muerte y del dolor y, en sentido más moderno y occidental, es un color neutral, un no-color que minimiza toda expresión o afecto personales. Otra característica de su expresividad artística son los materiales transparentes, que se repiten una y otra vez en sus piezas como estructuras mentales primordiales.
Ono dota a estas nuevas formas artísticas de narrativas y sentidos simbólicos. Algunas obras, como Resurgiendo o Mi mami es hermosa, poseen una estructura y una discursividad complejas, lo que en buena medida depende del aporte de los participantes para la creación de obras colectivas y relatos potentes, que expresen tanto las historias individuales como la voz polifónica del colectivo social. Otras piezas son más directas e incluso llegan a ser violentas, como las obras referidas a la destrucción y la reconstrucción, a las catástrofes naturales o humanas: Gente invisible, Pieza para reparar o Ex It, por ejemplo. La noción de una acción destructiva aparece en muchas de sus obras, especialmente después de los 80, pero la mayoría de las veces lo hace seguida de un sentimiento de esperanza o de un acto curativo. Otras obras están más específicamente orientadas hacia lo social y lo político, como Resurgiendo o Recuerdos horizontales, que nos recuerdan que nuestras sociedades siguen estando gobernadas por la “ley de la selva” y oscurecidas por un gran sufrimiento. Todas tienen en común el hecho de que abogan por el feminismo, la paz y el activismo colectivo, así como la conciencia de la propia existencia y de las relaciones con los otros. Las obras se convierten en un recordatorio y una invitación a adoptar una posición responsable, moral y crítica.
El trabajo de Ono plantea a los museos el desafío de reconsiderar su naturaleza y sus límites; los fuerza a reinventar su diálogo con los artistas y con el público. Dream Come True presenta una selección de sus Instrucciones de las últimas seis décadas. Los objetos se exhiben en el museo, dentro del marco de su arquitectura y de sus mecanismos, pero otras piezas se dan a conocer a través de los medios de comunicación, y esta entrega de instrucciones, fotos y películas por medio de internet o de los teléfonos celulares pone de relieve una vez más su carácter efímero y desacralizado.