Tiene todos los elementos de un perfecto western: el hombre que llega a un pequeño pueblo, la certeza de una venganza, un antiguo amor.
Durante la década del ’50 -y en todas partes del mundo- el cine comenzó a incluir desnudos ocasionales y a tratar temas que hasta entonces se mantenían tabú.
La ópera prima de John Carpenter comenzó como un proyecto estudiantil y luego se amplió a un largo de presupuesto ínfimo pero lleno de ideas, citas, homenajes y parodias de varios clásicos de la literatura y el cine de ciencia ficción.
El insuperable debut de Littín puede versar sobre un caso real que conmocionó al pueblo chileno en agosto de 1960.
La vida onírica es la marca registrada de la poética del maestro kazajo, y en su primera película el empleo de la puesta en abismo para introducir los sueños de su protagonista como secuencias narrativas y en continuidad en la lógica del relato es de una frecuencia tal que el propio film casi llega a invertir y trastocar el balance entre su conciencia diurna y la onírica.
Faltan los colores y los temas musicales, y quizás también una relación más estrecha e intensa entre la fantasía y la realidad, pero aun así en la primera película de Demy ya puede advertirse un dominio sobre los espacios amplios y estrechos por igual.
Desde los primeros minutos, se revela que el film combina elementos del policial y del melodrama para llegar a lo que verdaderamente le importa a Astruc, el retrato de la personalidad de su protagonista, que va ganando espesor a medida que se suman los malos encuentros del título.
Este primer largo de Eisenstein establece el programa de la mayor parte del cine soviético de la década del 20 y es el resultado del riguroso análisis de lo que se filmaba en Estados Unidos y Europa.
La música alterna ritmos melódicos, el revival del jazz tradicional y un temprano rock’n’roll. En su variedad constituye todo un catálogo de lo que era la música joven en Inglaterra justo antes de la explosión de los Beatles y permite entender mejor hasta qué punto fueron importantes.
Los principales rasgos de estilo del propio Stroheim también están planteados tempranamente en este film: la representación del prusiano decadente y lascivo, atento a los mínimos detalles de su apariencia física, la vocación para mostrar las conductas humanas despojadas de toda hipocresía, la fascinación por el impulso trágico.
La cita inicial de Lenin es un diagnóstico: la Unión Soviética es inmensa y por lo tanto diversa, lo que explica que aún existan remanentes de una economía patriarcal. Tras la cita, la demostración.
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El mundo del silencio
La televisión nos ha acostumbrado a las imágenes submarinas pero en 1956 filmar en el fondo del mar era una proeza que implicaba no sólo destrezas personales sino la invención y el desarrollo de equipos específicos.
19.09.2020