Hay pocas películas perdidas de Jean Renoir y esta es una de ellas. La única versión que existe está algo abreviada, en el maravilloso formato de 9.5mm. y se podrá ver en una copia oportunamente localizada por el coleccionista Fabio Manes.
Buena parte de las situaciones arquetípicas del futuro cine negro norteamericano están anticipadas en este relato de tres personajes perturbados, basado en una novela de Emile Zola que ya había sido adaptada por el cine alemán y volvería a filmarse después, notablemente por Daniel Tinayre en 1953 y por Fritz Lang en 1954.
Con un tono engañosamente amable y sencillo, que hasta cierto punto anticipa el estilo de Buñuel, el director realizó su obra más oscura y corrosiva, una metáfora de “la sociedad en descomposición” que, de hecho, demostraba ese carácter al lanzarse a una nueva guerra mundial de manera contemporánea al film.
El realizador trató a los protagonistas de la Gran Historia con el mismo cariño y la misma atención por los detalles de caracterización que distinguieron a toda su obra. Luis XVI y María Antonieta son tan importantes como un albañil, un pescador o cualquiera de los voluntarios marselleses que avanzan sobre París.
Renoir acuñó el término “Realismo poético”, que luego se extendió a todo el cine francés de la década del 30, pensando la puesta en escena de esta película, donde llevó a un extremo su voluntad por rodar en locaciones reales pese a las limitaciones de los primeros equipos sonoros.
Un patrón inescrupuloso es reemplazado por una cooperativa obrera, abundan las bromas mordaces sobre el clero y sobre los militares rancios, y los tópicos del melodrama conservador (las relaciones extramatrimoniales, la muerte de un hijo ilegítimo) se muestran increíblemente desdramatizados.
Basada en la obra teatral homónima de Gorki, Los bajos fondos fue una de las últimas películas de la empresa Albatros, fundada por artistas y técnicos exilados de Rusia tras el ascenso del comunismo y refugiados en Francia.
El vagabundo Boudu (Michel Simon) es salvado por una familia burguesa y adoptado por la misma con la ilusión de integrarlo a la sociedad. Pronto se descubre que Boudu no tiene ningún deseo de integrarse a nada y en poco tiempo subvierte completamente el orden familiar.
Según el realizador, la base argumental de La gran ilusión era cierta y surgió de las experiencias propias y de relatos de sus compañeros de armas durante la Primera Guerra Mundial. “La gran ilusión” del título consistía, quizá, en que individuos de distinto origen geográfico, político y social fueran capaces de confraternizar.
Durante la ocupación nazi en Francia, un maestro de escuela descubre las razones por las que es necesario resistir. Si se excusa la escenografía de cartón piedra y algunas situaciones inverosímiles, el film resulta mucho más complejo y maduro que la mayor parte de las películas de propaganda realizadas en Hollywood durante esta época.
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Un día de campo
Un relato de Maupassant dio la excusa a Renoir para realizar este mediometraje poético e impresionista, que explora personajes y paisajes próximos a Auguste Renoir, padre del realizador. El mal tiempo demoró el rodaje y quedaron algunas escenas en interiores sin filmar cuando Renoir debió comenzar otro film.
01.10.2019