Centrando su mirada en una familia de cosechadores de algodón, el director traza un lírico retrato de la vida rural americana y de su lucha por defenderse contra las fuerzas de la naturaleza, los problemas cotidianos y la hostilidad de sus vecinos.
Un drama pasional real inspiró a Renoir el tema de este film, que fue la experiencia más radicalmente realista de su filmografía: con ayuda del dramaturgo y director Marcel Pagnol, se permitió trabajar en escenarios reales, con un elenco integrado en su mayor parte por actores no profesionales y concentrándose en la descripción de una cotidianeidad desprovista de todo vicio melodramático.
Conmovido por la novela de Jacques Perret, el realizador volvió a un territorio similar al de La gran ilusión: los campos de prisioneros de guerra y las relaciones humanas profundas, más allá de las diferencias políticas y sociales.
Un relato de Maupassant dio la excusa a Renoir para realizar este mediometraje poético e impresionista, que explora personajes y paisajes próximos a Auguste Renoir, padre del realizador. El mal tiempo demoró el rodaje y quedaron algunas escenas en interiores sin filmar cuando Renoir debió comenzar otro film.
Hay pocas películas perdidas de Jean Renoir y esta es una de ellas. La única versión que existe está algo abreviada, en el maravilloso formato de 9.5mm. y se podrá ver en una copia oportunamente localizada por el coleccionista Fabio Manes.
Buena parte de las situaciones arquetípicas del futuro cine negro norteamericano están anticipadas en este relato de tres personajes perturbados, basado en una novela de Emile Zola que ya había sido adaptada por el cine alemán y volvería a filmarse después, notablemente por Daniel Tinayre en 1953 y por Fritz Lang en 1954.
Con un tono engañosamente amable y sencillo, que hasta cierto punto anticipa el estilo de Buñuel, el director realizó su obra más oscura y corrosiva, una metáfora de “la sociedad en descomposición” que, de hecho, demostraba ese carácter al lanzarse a una nueva guerra mundial de manera contemporánea al film.
El realizador trató a los protagonistas de la Gran Historia con el mismo cariño y la misma atención por los detalles de caracterización que distinguieron a toda su obra. Luis XVI y María Antonieta son tan importantes como un albañil, un pescador o cualquiera de los voluntarios marselleses que avanzan sobre París.
Renoir acuñó el término “Realismo poético”, que luego se extendió a todo el cine francés de la década del 30, pensando la puesta en escena de esta película, donde llevó a un extremo su voluntad por rodar en locaciones reales pese a las limitaciones de los primeros equipos sonoros.
Un patrón inescrupuloso es reemplazado por una cooperativa obrera, abundan las bromas mordaces sobre el clero y sobre los militares rancios, y los tópicos del melodrama conservador (las relaciones extramatrimoniales, la muerte de un hijo ilegítimo) se muestran increíblemente desdramatizados.
Basada en la obra teatral homónima de Gorki, Los bajos fondos fue una de las últimas películas de la empresa Albatros, fundada por artistas y técnicos exilados de Rusia tras el ascenso del comunismo y refugiados en Francia.
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French Can Can
Evocación nostálgica del ambiente artístico parisino finisecular, French Can Can supuso para Renoir la ocasión de hacer una película de intención popular y reencontrarse con el actor Jean Gabin.
01.10.2019