Vitalina lleva en su equipaje la espera, la carga con fuerzas. De Cabo Verde a Portugal y desde la memoria hacia una realidad fantasmagórica, emprende un viaje de reunión con un marido que ha dejado de existir, que partió en búsqueda de un futuro mejor, un marido a quien no ha visto lo que dura una vida.
En las habitaciones, pasillos y ascensores de lo que parece ser un hospital en ruinas, Ventura escucha los susurros de los fantasmas de su pasado. Debilitado y tembloroso, ya no puede distinguir entre la realidad y la imaginación, el sueño y la vigilia, los vivos y los muertos.
Anteu tiene 17 años y ya es el último hombre de su terruño. Va a elegir no abandonar su lugar porque atraparse a él determinará su destino, el de eternizarse con los suyos. Así como Anteu a su tierra, la película se aferra a su materialidad, al grano fílmico, a la luz de la montaña inscrita en los fotogramas.
Un año después de la muerte de su marido, Laura Rosselini regresa a su casa cerca del mar, en el sur de Portugal. En una tarde calurosa, mientras la familia sale a pasear, escucha por la radio la noticia del asesinato de un líder palestino, que habría sucedido muy cerca de allí.
Francisca embarca en el velero “À Flor do Mar” en busca de su hijo. El camino, que sigue la mítica odisea de los portugueses en el siglo XVI, es compartido con un traficante de arte sacro, una artista de cabaret, un seductor capitán y un joven refugiado africano.
En marzo de 1537, Fernão Mendes Pinto partió para la India y, en lugar de la fama y de la fortuna que buscaba, encontró peligros y obstáculos. Fue 13 veces cautivo y más de 15 vendido. Fue esclavo y traficante, soldado, embajador y peregrino.
En Juventude em marcha (2006), Costa retorna al barrio lisboeta de Fontaínhas, ya medio desaparecido. El itinerario errante es liderado por Ventura, un hombre maduro que fue echado por su esposa y que deambula por entre las callejuelas hipnóticas.
En 1928, Henry Ford fundó Fordlandia en la selva brasileña como parte de su imperio industrial. La película rescata archivos de ese tiempo para retratar la fragilidad de la naturaleza y su pugna continua con el capitalismo.
Extinção, como su protagonista Kolja, como Transnistria, propone abrir el significado, muchas veces hermético y ambiguo, de frontera. Las heridas aún abiertas de la Unión Soviética respiran imágenes que vibran en blanco y negro, pero que no por eso esconden su apuesta por la opacidad.
Tati tiene 13 años y vive en la Isla Maciel junto a su padre que apenas se ocupa de ella. Es una niña inestable, que no encaja en su ambiente y persigue el deseo de ser botera: un oficio solo realizado por hombres que está pronto a desaparecer.
Principios de los noventa en Buenos Aires. Amanda tiene 10 años, dos hermanos menores y padres separados con los que los niños conviven alternativamente. Cuando están con su padre, Amanda se ve obligada a ocupar el lugar de adulto y a cuidar –como puede– de todos.
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A portuguesa
Los once años que trascurren en esta adaptación de un relato de Robert Musil por Agustina Bessa-Luís se contienen en la vida cotidiana de una mujer y de todas aquellas que la acompañan. Esa mujer no solamente está lejos de su tierra, sino también del hombre con quien acaba de contraer matrimonio.
11.12.2019