El Museo de Historia Natural de Chicago es el escenario de esta olvidada película de terror de los 90, una pequeña joya perdida dentro de la avalancha inflacionaria del género que llegó después de Scream, en 1996. En su secuencia inicial, que tiene aires similares a los de la introducción de El Exorcista, se puede ver el origen mítico que desencadena lo monstruoso. Hay una tribu, hay un ritual, y conocemos a través de una reliquia la representación de una deidad diabólica. Pero el horror comienza -al igual que en muchos referentes del terror clásico- cuando lo sagrado es empaquetado y llevado a la civilización, a lo moderno, a las frías vitrinas de los museos. La lucha contra este monstruo, que ha dejado de ser mera representación para volverse carne, será entonces llevada a cabo por un grupo heterogéneo de científicos, funcionarios estatales, inversores privados y un detective supersticioso. El universo lovecraftiano se hace sentir, la abominación en cuestión es una unión de especies combinadas con una esencia original que puede solamente remitir a lo desconocido, a algo que había antes, inabarcable y temible. Y la consecuencia es clara: el museo se convierte en el escenario de un ajuste de cuentas mitológico, que en el cine de terror puede ser a veces traducido en carnicería bestial y, en este caso, con algunas decapitaciones incluidas. Texto de Mariano Morita.
The Relic (EUA, 1997) de Peter Hyams, c/Penelope Ann Miller, Tom Sizemore, Linda Hunt, James Whitmore, Clayton Rohner. 110’.