El trópico es un estado mental. Una percepción diferente del espacio, del tiempo y de la geografía que se resiste a la eficiencia, a la superproducción, al exceso de consumo y a la sobreacumulación del neoliberalismo. / Hacer exposiciones en cualquier parte, en cubos blancos, en cubos negros, en cubos de madera y en cubos verdes, en la selva y flotando en el río, en espacios abandonados y en espacios a construir, en Internet y en páginas de libros o revistas o dentro de una película, en la calle o en terrenos baldíos, o exposiciones invisibles... / Aprender de museos no artísticos; ir a museos de la comunidad, museos inactivos, museos etnográficos, museos folclóricos, museos minerales, jardines botánicos... / Pensar la exposición como un proceso, no como un resultado acabado, perfecto, estático. / Crear exposiciones flexibles donde las cosas siempre puedan cambiar. / Pensar la exposición no como una acumulación de objetos, sino como un modo de investigar historias, ideas y contextos. Pensar la exposición como un ensayo escrito con obras en lugar de palabras. / Exhibir “obras de arte”, tanto como cosas que no sean obras de arte; incluir investigación y documentos y fotocopias. / Integrar nuevas obras durante la exposición. Desaparecer otras. / Yo aprendí de dos curadores pioneros que trabajaban en los 50 y los 70 (antes de que la profesión existiera como tal) que hacer una exposición es como armar un pesebre: hay que poner las distintas figuras a dialogar entre sí. / Permitir que ocurran errores, sorpresas y colaboraciones dentro de la exposición. / Permitir que los espectadores se vuelvan parte de la exposición, que la activen y se conviertan en participantes, o incluso en expositores. / Pensar la exposición como un lugar donde pueden pasar cosas; un lugar para experimentos y experiencias. / Permitir que la exposición se vuelva un lugar (o un no lugar), un escenario, un paisaje, un parque, una biblioteca, un foro de debate, una fiesta, un club social. / Las plantas y las hamacas y los ventiladores y las sillas de plástico y las telas mosquiteras siempre hacen de la exposición un lugar mejor. / Construir estructuras y cajoneras y mesas y paredes móviles para exhibir cosas. / Diseñar la exposición sin especificar todos los detalles; en cambio, des-diseñar: sugerir lo que podría pasar. / Buscar inspiración en las soluciones de diseño cotidianas de la gente. Aprender de cómo la gente exhibe información y productos en la vida real, aprender de los anuncios callejeros y de los vendedores ambulantes. / Usar copias, reproducciones, jpg impresos y fotocopias pegadas a la pared si no se puede tener acceso a la obra ‘original’. / Hacer afiches, folletos, pdfs, fotocopiar catálogos o blogs o sitios de Internet. Favorecer la circulación de ideas e imágenes generadas por la exposición. / No tener miedo de las cédulas de exposición, el público agradecerá que se le expliquen ideas, incluso si no está de acuerdo con ellas. / Cuando no haya presupuesto, confiar en la economía de la amistad. / Usar lo que se tenga a mano. / Dejar que ocurra lo inesperado.
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Texto de Pablo León de la Barra publicado en el catálogo de la muestra Sucursal. La Ene en Malba. Una versión anterior fue incluida en COOOOOOP FANZINE 01, un fanzine de fanzines, editado por Dominique González-Foerster y publicado por Kunsthalle Zürich en 2011. A pedido de La Ene, el autor ha ampliado el manifiesto que, si bien parte de la idea de la realización concreta de exhibiciones en el trópico, es también metafórico y acorde con la forma de actuar del Nuevo Museo.
Archivos
C-32 Sucursal
Donación «Juni» Figueroa
La isleña es una instalación que invita a la participación del público; una escultura que funciona tanto para el ocio como para la reflexión.
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Ficha técnica
Radamés “Juni” Figueroa. La isleña, 2014
Madera, plantas, tierra, baldes de plástico, lona impresa, vinilo, chapa de zinc, plástico transparente, pintura, luces de colores y parlantes
5,80 x 2,50 x 6 m