Bergman llegó en 1953 a una aproximación cifrada de su obra posterior. Realizó Noche de circo apartándose de la empresa productora Svensk Filmindustri y apartándose también de una ambientación moderna. Su acción parece ocurrir a principios de siglo, en una aldea humilde y en un circo que no tiene siquiera los brillos que los circos suelen adquirir en la pantalla, sino la decadencia, la pobreza y la indigencia de una troupe trashumante que se exhibe para seguir viviendo. En un perspicaz análisis del film, Edgardo Cozarinsky señala que el circo fue elegido como el “mínimo común denominador” de toda actividad artística. Obliga al artista a exhibirse y a depender de su público, pero no tiene para su eventual fracaso las justificaciones de un logro estético y se constituye así en un ámbito propicio para subrayar la faz grotesca de ese fracaso, agregando la humillación física a la humillación moral. Por otro lado, Bergman coloca en intencionado paralelo el fracaso del amor, no sólo para el dueño del circo que es su protagonista, sino también para su amante, la ecuyere que lo acompaña. Fragmento de un texto de Homero Alsina Thevenet y Emir Rodríguez Monegal.
Noche de circo (Gycklarnas afton, Suecia-1953) de Ingmar Bergman, c/Ake Grönberg, Harriet Andersson, Hasse Ekman, Gudrun Brost. 93’.