“Die Monster die!” suena como una forma capicúa de gritar en alemán: ¡Los monstruos los! Sin embargo, la película poco y nada tiene que ver con ese idioma. La elección del título resulta un tanto extraña si se tiene en cuenta que, durante el rodaje, la película se llamaba “The House at the End of the World” (La mansión al final del mundo). Dicho título le hubiera sentado seguramente mejor ya que la acción transcurre, como es un rasgo típico del gótico de terror, dentro de una mansión oscura, repleta de pasadizos, escaleras y cuadros que conectan a las oscuras generaciones pasadas con las presentes.
Si bien “Die, Monster, Die!” está basada en un cuento de H. P. Lovecraft, “The Colour Out of Space” (El color que cayó del cielo), las referencias que hace el director, Daniel Haller, a dicho cuento son mínimas. Entre ellas se encuentran la ubicación espacial, la ciudad inventada por Lovecraft -Arkham-, el terreno baldío y contaminado producto del impacto de un meteorito en la zona, del cual apenas se hace mención en la película, y las consecuencias generadas por él: la mutación, la monstruosidad. Una película de corta duración que transforma la esencia del cuento de Lovecraft, la lucha ya de por sí perdida del individuo contra una fuerza alienígena superior, en la acción heroica y romántica de un científico estadounidense que rescata a su novia de la ruina y de las garras de un monstruo fluorescente. Texto de César Diego Rexach.
Muere, monstruo, muere (Die, Monster, Die!, Reino Unido/EUA, 1965) de Daniel Haller, c/Boris Karloff, Nick Adams, Freda Jackson, Suzan Farmer, Patrick Magee. 80’.