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Rarísimo largometraje japonés animado y en Cinemascope, descubierto y rescatado, como otros films de este ciclo, por el gran coleccionista Christian Aguirre. Al niño protagonista le pusieron "Astro" en un burdo intento de pegotearlo al éxito del popular Astroboy, pero el film tiene méritos propios, entre los cuales se destaca el tremendo contraste entre el tono de fantasía infantil y la violencia asesina e ignífuga de unos dragones espantosos. Dos datos curiosos: 1) Debió ser fácil para el juvenil público argentino en su momento identificarse con el niño protagonista del film, porque juega a la pelota y porque baila un tango. 2) Los dragones destrozan varias ciudades (visiblemente Londres y Venecia) pero al parecer esta vez se salva Tokio.