En 1992, los artistas Coco Fusco y Guillermo Gómez-Peña escenificaron la performance Dos amerindios no descubiertos en Occidente (Two Undiscovered Amerindians Visit the West), construida a partir de un andamiaje explícitamente enmarcado dentro de estereotipos culturales. El propósito de sus autores fue agitar las celebraciones del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y cuestionar simplificaciones producidas por el modelo museológico multicultural, entonces vigente en Norteamérica. La performance consistió en la interacción ficticia de la pareja Fusco – Gómez-Peña, cautivos en una jaula dorada y vestidos como aborígenes procedentes de una remota y virginal isla del Golfo de México, como miembros de un grupo humano desvinculado de su cultura y expuesto ante diferentes públicos en varias instituciones de los Estados Unidos y Europa, donde viajó la pieza. La presentación de la performance en Buenos Aires en agosto de 1994 fue la última de la gira y la única en América Latina. No obstante, afirmar que Estados Unidos está desvinculado de América Latina resulta una idea incompleta, si consideramos que ya para la década de 1990 habían ocurrido importantes cambios demográficos que alteraban el relato fundacional estadounidense. Me refiero a la presencia de nuevas variables culturales aportadas por una creciente población hispanoparlante y afrodescendiente que transformó radicalmente la cultura contemporánea después de Vietnam y de las guerras culturales, y que irradió una agenda de políticas de derechos civiles a todo el hemisferio. Este hecho se complejiza a la luz de la afirmación sostenida por Coco Fusco de que la performance fue concebida para un público caucásico acostumbrado a “fetichizar las representaciones de la otredad”. [1]
Los performers Fusco y Gómez-Peña se valieron de una improbable aunque corrosiva fábula, que operó como el reverso de aquellas empleadas por la producción textual primitivista de las vanguardias históricas que incluye a Tristan Tzara, Guillaume Apollinaire, Blaise Cendrars y Fernand Léger. Sátira enunciada en las postrimerías del “siglo corto”, como Eric Hobsbawm llamó al siglo XX, Dos amerindios no descubiertos en Occidente retomaba el camino perdido de las exhibiciones humanas que ocurrieron en las cortes, ferias y museos a partir de la llegada a América de Cristóbal Colón, y que alcanzaron su apogeo en el siglo XIX. La performance, presentada en diversos contextos, también apelaba a la persistencia en la memoria colectiva de un robusto e indestructible imaginario colonial sedimentado a partir de las crónicas y cartografías fantásticas de viajeros e ilustradores europeos que circularon desde la Conquista. Pese a su proyección mundializada desde el siglo XV en adelante, salvo pocas excepciones, este imaginario no logró alcanzar las precisiones de la ciencia o el debate de la historia, y quedó atrapado en el terreno de la fantasía y de la etnografía al servicio de una ideología de dominación. Fusco ha apuntado que, para muchos miembros del público, en casi todas las sedes, la representación devino realidad, y que tanto ella como su coautor recibieron de los espectadores amenazas e incitaciones de índole sexual. [2]
Los artistas tocaron un punto neurálgico, que puso de manifiesto las pesadillas de la razón atrapadas en la nostalgia de una cultura dominante cuando esta ocupa el lugar de otra supuestamente débil, sin ofrecer una solución de equivalencia y sin que el encuentro con la Otra o el Otro potencie poéticamente el imaginario propio. Antes de la formulación de un pensamiento decolonial en el Caribe, un médico de la marina francesa destacado en Oriente, Victor Segalen, se empeñó en explorar el constituyente estético del Otro no como imperativo de corrección moral sino como ampliación del mundo y experiencia potenciadora de lo inédito. [3] El Tratado sobre el exotismo de Segalen y su novela etnográfica Les Immémoriaux nutrieron la poética de la relación de Édouard Glissant, texto que, leído hoy sin ánimo revisionista, resignifica y multi dimensiona la idea de Pierre Menard como autor del Quijote y de Jean Rhys como autora de Jane Eyre. [4].
Dos amerindios no descubiertos en Occidente reescribió una genealogía del medio, que Fusco identificó como “performance intercultural” y que para los especialistas del campo del arte comenzaba con el Cabaret Voltaire dadaísta. El meollo de esta pieza radica en situar la historia de la performance tras la empresa colonial que se construye en la cruenta representación de la otredad. En este sentido, la pieza se presentó en todas las sedes con una línea de tiempo donde se destacaban casos de representación humana que se remontan a 1493, cuando Colón regresó a la corte española llevando consigo a indígenas arahuacos. La estrategia de Fusco y Gómez-Peña fue canibalizar a la vanguardia europea mediante el lenguaje de su propia supra realidad, pero sin menospreciar a la cultura de masas, aliada espuria de procesos de hibridación en las periferias, como bien lo demostraron Jesús Martín-Barbero y Néstor García Canclini.
Recuperar “la jaula” de Fusco y Gómez-Peña, como se la conoció popularmente en los años 1990, coloca al pasado como un presente diferido que el archivo hoy nos devuelve para acopiar deudas no saldadas. Esta performance que, según testigos, pasó de costado y sin mucho ruido en Buenos Aires, muestra las perspectivas múltiples que actualizan, suspenden o derogan la vigencia del imaginario colonial cuando se cruza con las identidades tanto nacionales como individuales.
Notas
1. La primera edición de dicho ensayo, titulado The Other History of Intercultural Performance fue escrita y publicada en inglés en The Drama Review, en 1994. Ver: Coco Fusco, La otra historia del performance intercultural, en D. Taylor / M. Ramos (comp.), Estudios avanzados de performance, México, Fondo de Cultura Económica, 2011, pp.311-342.
2. Según Guillermo Gómez-Peña durante la performance lo agredieron arrojándole ácido en el abdomen y en las piernas. Ver su comentario en el diario Página 12 en la sección Archivo, bajo el título "Cicatrices argentinas".
3. Victor Segalen, Voyages au pays du réel, oeuvres littéraires. Paris, Biblioteque Complexe, 1995. (Edition presentée et anotée par Michel Le Bris).
4. Édouard Glissant, Poética de la Relación. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2017.