Fue un éxito fulminante gracias al guión de Alfredo Le Pera, que definió la clave correcta para potenciar el trabajo del cantor. El tema principal, que titula el film, no es aquí sólo un leit-motiv sino que sintetiza en su letra los rasgos generales de los personajes principales y el ambiente del protagonista, que es donde empieza y termina la historia. El arrabal en cuestión es una interpretación libérrima que escenógrafos franceses hicieron de La Boca, pero ese extrañamiento sintoniza con el tono general porque también son estilizados los malevos, las mujeres, los tahúres, los aristócratas y hasta los policías que pueblan el film. Las canciones están pensadas para funcionar como parte del argumento, caracterizar a sus intérpretes, hacer avanzar la trama o comentarla. El personaje de Gardel, además, está muy lejos de los héroes del cine norteamericano y su Código Hays, pero muy cerca de los hombres imperfectos que describen muchas letras del tango. Más cerca está también todo lo argentino, en parte gracias a la presencia en el elenco del actor Vicente Padula, pero en parte porque Gardel y Le Pera enfatizan el uso del lunfardo en los diálogos, como lo harían a conciencia en todas sus películas posteriores. Una escena importante, por ejemplo, termina con Gardel insultando a un personaje con la palabra “batidor” sin preocuparse por la inevitable perplejidad del público no porteño. Texto de Fernando M. Peña.
Melodía de arrabal (EUA, 1933) de Louis Gasnier, c/Carlos Gardel, Imperio Argentina, Vicente Padula, Jaime Devesa, Helena D’Algy. 88’.