Composition symétrique universelle en blanc et noir (1931)
de Joaquín Torres-García
por Lido Iacopetti
Lido Iacopetti (Buenos Aires, 1936) comenta en este video de tono íntimo que tuvo un primer acercamiento estético con la obra de Joaquín Torres-García en 1963, cuando estaba en la búsqueda de su propio estilo. Encontró en las obras que el uruguayo había realizado casi cuarenta años antes, similitudes con el trabajo que estaba haciendo en ese momento, coincidencias que lo marcaron. Para Iacopetti, la obra que eligió de Malba tiene el sello distintivo y singular de Torres-García. “Las figuras que ubica en la composición son los objetos de la vida cotidiana, del mundo que lo circunda. Esos elementos estaban compenetrados en él. En la soledad uno comienza a tener como una especie de comunión con los objetos que lo rodean”, reflexiona.
Uruguay, 1874–1949
Composition symétrique universelle en blanc et noir, 1931
Óleo sobre tela
122 x 63,5 cm
Composition symétrique universelle en blanc et noir es un excelente ejemplo del análisis sintético de la naturaleza y la forma efectuado por Torres García. Exhibida en la Galerie Pierre, París, en 1932, junto con obras más recientes, esta pintura, donde la superficie de la composición está dividida en espacios que se relacionan unos con otros en perfecta armonía, encarna la noción del artista de la unidad como un todo. La estructura compositiva monocromática es simétrica y está repleta de símbolos pictográficos y figuras esquemáticas que abordan los tres principios fundamentales de sus ideales “constructivistas universales”: razón e intelecto (herramientas de creatividad simbolizadas por un martillo o una regla), espíritu y vida (dualidad de hombre y mujer o el cosmos) y el mundo natural (animal, vegetal o mineral).