Malba inaugura al público la exposición Douglas Gordon. Timeline | Línea de tiempo, que incluye seis videoinstalaciones de gran escala, en las que Gordon manipula las imágenes de films clásicos, para crear nuevas obras. Entre ellas, se destacan 24 Hour Psycho [Psicosis de 24 horas] (1993), basada en el film Psicosis, de Alfred Hitchcock, y Between Darkness and Light (After William Blake) [Entre la oscuridad y la luz (en honor a William Blake)] (1997), donde combina El exorcista, de William Friedkin (1973), a color, con La canción de Bernadette, de Henry King (1943), en blanco y negro.
Douglas Gordon (Glasgow, Escocia, 1966) es uno de los artistas contemporáneos más reconocidos a nivel mundial por su trabajo en el campo del videoarte. Utilizando su propia biografía y su propio cuerpo como puntos de origen, su extensa práctica artística incluye video, fotografía, texto y escultura, combinando referencias personales con alusiones a la cultura popular en su continua exploración de la memoria colectiva y del conocimiento visual compartido.
Si bien muchas de sus obras dependen de la apropiación de famosos largometrajes y de su manipulación a través de una cantidad de procesos de edición, otras obras son filmadas por el propio Gordon. Al ralentizar, dividir, duplicar y espejar imágenes, crea complejas articulaciones entre lo personal y lo histórico, la memoria y la imaginación, la ficción y la realidad. El artista escocés se nutre de la discrepancia entre la observación inmediata de la obra en el espacio de exhibición y las asociaciones e ideas que la misma provoca en la mente de los espectadores.
En 1993, presentó su versión del film Psicosis, proyectado en cámara lenta con una duración de 24 horas. Así marcó el comienzo de su labor con el manejo de imágenes colectivas, en las que hace reconocer el tiempo visible empleando la belleza y la realidad de las imágenes, comprometido con lo que Walter Benjamín denominó “el psicoanálisis de las imágenes”.
Douglas Gordon trabaja sobre la memoria visual de las personas. Si bien el ser humano recibe una multiplicidad de información mediática, llega a internalizar sólo una pequeña porción de ella. Tal como escribe Klaus Biesenbach, curador de la exposición, “él explora el modo en que nuestros recuerdos visuales se conforman por eventos reales y ficcionales, por la textura entretejida de tramas imaginadas y recolectadas, y por lo que recordamos y lo que creemos recordar. Su obra toma como punto de partida la percepción y la memoria.”
Exhibida en MoMA entre junio y octubre de 2006, la muestra se enfoca en los trabajos de Gordon relacionados al cine, con sus referencias a Andy Warhol, Alfred Hitckcock, Martin Scorsese y a otros directores clave de la historia del cine. Aquí, el escocés trabaja con clásicos de Hollywood ya sea en duración o en formato y, de ese modo, les rinde tributo a los creadores, al mismo tiempo que desorienta al espectador, enfrentándolo a un material que reconoce pero, a la vez, le resulta extraño. Renmarca películas conocidas, provocando sensaciones de ansiedad, reconocimiento y amnesia cuando se comparan los recuerdos de estos films con sus nuevos contextos.
En la exposición, se destaca 24 Hour Psycho [Psicosis de 24 horas] (1993), donde Gordon reduce la velocidad de la película para hacerla durar un día entero. Ralentizó el tiempo del thriller de Hitchcock -una pieza clásica de la historia del cine-, y el nuevo tiempo de presentación contrasta con la vertiginosa sucesión de fotogramas del film original. Hay aquí una superposición de tiempos: está el tiempo que transcurre en la narrativa de la película, tanto el recuerdo de su ritmo original como el tiempo impuesto por el artista. Y, además, está el tiempo que toma ingresar a la sala en la que se encuentra la videoinstalación y el tiempo que toma alcanzar la imagen oscilante sobre la pantalla inclinada.
“El cine en general –señala el curador- hace tangible el paso del tiempo, pero 24 Hour Psycho va más allá exponiendo los detalles subliminales, casi imperceptibles de la película original. Los elementos teatrales como el suspenso, el clímax y la conclusión se tornan abstractos, revelando la magia de cada fotograma. La instalación permite a los espectadores circular alrededor de la pantalla, haciendo de la obra un objeto de contemplación volumétrico y escultural. Mientras que hoy en día la mayoría de los clásicos del cine se ven en la televisión, Gordon restituye firmemente el acto de contemplación a la esfera pública al proyectar estas películas en una escala cercana a la de su presentación original en las salas de cine, exhibiéndolas generalmente en pantallas de diez por catorce pies, y al mostrarlas en museos o galerías.”
Asimismo, en la obra Between Darkness and Light (After William Blake) [Entre la oscuridad y la luz (en honor a William Blake)] (1997), se combina una película sobre revelación divina con otra sobre posesión satánica: El exorcista, de William Friedkin (1973), a color, y La canción de Bernadette, de Henry King (1943), en blanco y negro, sobre lados opuestos de la misma pantalla traslúcida, donde un área oscura en una película hace a la otra más visible y dos secuencias luminosas casi se extinguen entre sí. Los films confrontados encarnan una tensión de opuestos, tanto a nivel temático -ambos tratan sobre niñas adolescentes conducidas por fuerzas externas- como en la superposición física de imágenes y bandas sonoras. Gordon reproduce las dos películas al mismo tiempo, a velocidad normal y con sus bandas de sonido originales. Como escribe Biesenbach: “En una batalla oscilante de imágenes, se produce una suerte de juicio en el purgatorio entre el bien y el mal, sin que surja un ganador.”
Además, la exhibición presenta una proyección a gran escala de un elefante en Play Dead; Real Time [Juega al muerto; Tiempo real] (2003), con un protagonista cuyas acciones son el resultado de una fuerza exterior, en este caso, un animal entrenado obedece las órdenes de Gordon. La obra está basada en un hecho real: en 1903, un elefante que había matado a tres personas fue electrocutado en Coney Island (NY) y el procedimiento fue filmado por la Edison Manufacturing Company. La película -de un minuto de duración- se convirtió en una maravilla itinerante, reproduciendo el espectáculo en tamaño real y en su velocidad original. Para Play Dead, se consiguió que un elefante de circo fuera trasladado a la galería Gagosian en Nueva York, donde lo filmó mientras obedecía sus instrucciones, incluyendo la del título.
Por un lado, un ser tan grande como el elefante; por el otro, en la obra B-Movie [Película Clase B], una mosca, casi insignificante, acostada boca arriba sin poder levantarse, que deja fríos a los espectadores. “La existencia de estos seres, el elefante y la mosca”, reflexiona Biesenbach, “es solo una metáfora de la vida y la muerte, la alegoría de la vanidad recreada al exponer a un ser frágil a la voluntad del artista.”
En otras obras, Gordon aísla partes de su propio cuerpo, convirtiéndolas en agentes autónomos que se perciben como objetos independientes. En el video Blue [Azul] (1998), se insinúa una relación amorosa entre el dedo de una mano que penetra un puño formado por la otra. También una mano es la única protagonista del filme Scratch Hither [Rascar aquí] (2001), en la que un dedo se extiende y se retrae, seduciendo al espectador hacia la imagen.
“La velocidad de la realidad puede ser sobrecogedora”, escribe Biesenbach. “[...] En contraste, Gordon ofrece en sus instalaciones de velocidad increíblemente lenta una noción de tiempo generosa y lujosa. Experimentar una obra en la que el tiempo se ha vuelto provisional, nos libera del tiempo que dirige con velocidad postmoderna hacia la muerte –una ilusión de libertad que pega con la fuerza de una revelación.
(Glasgow, Escocia, 1966) Es uno de los artistas más importantes de su generación y uno de los más sólidos representantes de la videocreación contemporánea. Ganador del prestigioso Turner Prize, de la Tate Britain, en 1996; del Hugo Boss Prize 1998, del Guggenheim Museum de Nueva York, y el Premio 2000 en la Bienal de Venecia, Gordon es responsable de algunas de las creaciones artísticas más interesantes de los últimos años, trabajando en campos que abarcan desde la cinematografía hasta las instalaciones audiovisuales o el texto escrito.