“Daría diez años de vida por filmar un plano como los de Leonardo Favio”, frase atribuida a Pier Paolo Pasolini luego de ver uno de sus films en el Festival de Mar del Plata. La ofrenda parece justificada desde el rigor y la pasión de Pasolini. Es que Favio compone sus encuadres y narra sus historias de una forma compleja y a la vez aparentemente simple. Un ejemplo es el plano inicial de “Crónica…”. La cámara inmóvil en lo alto de un corredor en la lobreguez de un internado de menores. Desde arriba y en su quietud, abarca la escalera y los pasillos por donde los niños comenzarán a desfilar para recibir la visita de sus familiares. A un costado Polín, el protagonista, es retenido por un temible celador. Los chicos salen ordenadamente por izquierda de la cámara y van reapareciendo en los distintos recovecos de la escalera, para finalmente emerger, ya abajo, como una disciplinada fila de hormigas y salir de cuadro por derecha. Recién cuando el último cruza el pasillo, el celador libera a Polín. Este corre, más para liberarse de su cancerbero que esperanzado por la supuesta visita. Abajo no encontrará a nadie. El efecto de soledad y rigor carcelario es devastador. Dos veces repetirá el encuadre en picado sobre el lugar de reunión. El espacio, un rombo vacío rodeado de columnas, es por sí sólo el más elocuente testimonio sobre la soledad y el desamparo que haya dado el cine argentino. Texto de Eduardo Rojas.
“Todavía no se ha producido el estreno de Crónica de un niño solo, el primer film de largo metraje que ha realizado Leonardo Favio, pero ya puede asegurarse que éste será el mejor título del cine argentino en mucho tiempo. (…) No sólo es un testimonio directo y duro sobre la niñez desamparada sino también un film de peculiares calidades formales, en el que se sabe lo que se dice, se lo narra con un lenguaje dramático apropiado y se lo fotografía con una permanente calidad plástica. (…) Favio ha sabido quitar a su testimonio toda retórica y toda sentimentalina, que eran las tentaciones más obvias. No sólo no hay romances juveniles ni bellas palabras adicionales, sino que el retrato del ambiente se extiende hasta la presentación ocasional (y muy discreta) de un menor violado y de un burdel de barrio pobre, con una carga de sordidez que habrá de molestar inevitablemente a los voluntarios censores argentinos. Cabe esperar que sea valorado por la crítica, por el público, y por un Instituto Nacional de Cinematografía que necesita films de calidad para los diversos festivales internacionales”. Texto de HAT extraído de Crónicas de Cine, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1973.
Crónica de un niño solo (Argentina- 1965) c/ Diego Puente, Tino Pascali, Cacho Espíndola, Beto Gianola, Leonardo Favio. 77’