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Reforma edilicia
Malba se renueva para mejorar la experiencia de los visitantes

El museo emprende una refundación completa de sus áreas públicas, por lo que permanecerá cerrado hasta el 2 de noviembre

A 16 años de su fundación –en septiembre de 2001– Malba encara un ambicioso proyecto de reforma de la planta baja de su edificio, para mejorar el acceso, la circulación, la comunicación y la calidad de los servicios ofrecidos a los visitantes. La obra surge como respuesta al rápido crecimiento y posicionamiento de Malba en la escena artística y cultural de la Ciudad y a la necesidad de ampliar su hall central, debido al incremento de las audiencias, que eligen el museo como un punto de encuentro y centro de participación.

La reforma alcanza las áreas de acceso, recepción, informes, amigos, biblioteca, tienda, restaurante y baños. Está a cargo del estudio Herreros, una oficina de arquitectura situada en Madrid con importantes proyectos en el mundo del arte, como el Museo Edward Munch en Oslo actualmente en construcción, la remodelación de las áreas expositivas del Museo Reina Sofía en Madrid y una gran cantidad de ferias de arte, galerías, exposiciones y estudios de artistas en diferentes países.

El proyecto se propone transformar el hall del museo en una suerte de plaza pública interior: un espacio que al tiempo que resuelve las nuevas necesidades derivadas del crecimiento del museo en los últimos años, ofrece un lugar amigable e inclusivo, capaz de inscribirse en la vida cotidiana de los visitantes por su simplicidad. Este lugar, que es dinámico pero que también invita al descanso, actúa como transición amable entre la ciudad y las salas expositivas, entre el público y el arte, visibilizando la misión del museo contemporáneo como lugar de reflexión sobre el mundo que habitamos”, explica Juan Herreros, socio fundador del estudio, quien define al proyecto como una gran instalación construida totalmente en seco que no pretende competir ni afectar al edificio original del Malba –resultado de un concurso público internacional, que ganó el estudio cordobés AFT (Atelman, Fourcade y Tapia), sino estimular el interés de los visitantes por el arte contemporáneo a través de la reducción de la solemnidad y las complejidades.

Con el objetivo principal de mejorar la experiencia de los visitantes, se propuso ampliar el área de acceso y recepción en un gran espacio central, que permite a simple vista localizar las diferentes propuestas y servicios. La operación principal, que implica la transformación de unos 1000m2, contempla la igualación de los pisos en una superficie común y el desplazamiento de la isla de informes y cajas hacia uno de los laterales del edificio, con la incorporación de un sistema de pantallas como soporte de comunicación, digital y dinámico.

La tienda, a su vez, pasa a ocupar un espacio central sobre las escaleras principales; mientras que los baños son remodelados para adaptarse a las necesidades de un museo contemporáneo. El restaurante, además de su remodelación total e integración al hall del museo, tendrá además un nuevo concesionario: Ninina, que contará con una superficie total de 330 m² más una terraza con deck con capacidad para 58 cubiertos. Estará abierto de lunes a viernes de 08:00 a 22:00 y los sábados y domingos de 09:00 a 22:00, ampliando el rango horario para acompañar a las diferentes actividades del museo como las funciones de cine, cursos y conferencias, entre otros.

El museo reabrirá el jueves 2 de noviembre con la inauguración de la muestra México moderno. Vanguardia y revolución, compuesta por un conjunto de 170 piezas emblemáticas de más de 60 artistas, incluyendo a los más grandes maestros de la primera mitad del siglo XX: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington, entre otros.

El museo como contenedor social

Por Juan Herreros

El Malba ya ha cumplido 16 años. Su edificio fue un hito en la arquitectura porteña, fruto de un importante concurso internacional que contó con la concurrencia de reconocidas figuras. Sus salas han acogido multitud de exposiciones itinerantes que han tenido siempre como fondo la extraordinaria colección del empresario y filántropo Eduardo Costantini. Malba es hoy un punto esencial de la escena del arte contemporáneo de América Latina.

Como miembro de pleno derecho de la última generación de museos del mundo entendidos como centros culturales de oferta múltiple, Malba asume que el propio concepto de museo ha transmutado enérgicamente del clásico archivo de arte que maneja unos fondos estables a un auténtico condensador social en el que todos los grupos ciudadanos quieren estar representados. Estos centros desbordan su papel de lugar singular de visita esporádica para formar parte de la vida cotidiana de los ciudadanos por la intensidad y variedad de su programación.

Y es que además de las habituales exposiciones temporales de diferentes tamaños y formatos que se solapan unas con otras, estos nuevos museos ofrecen un sinfín de actividades complementarias como performances, cine, congresos, certámenes y discusiones de todo tipo así como programas educativos, de investigación o lúdicos que los inscriben en la vida cultural de sus ciudades hasta convertirse en una de sus imágenes más poderosas de cara al público internacional: Malba contribuye a la construcción de la imagen de Buenos Aires como Reina Sofía lo hace para Madrid o MOCA para Los Ángeles.

La primera condición que estos museos deben cumplir es la de ser inclusivos, receptivos, amigables… frente a una ciudadanía que no quiere saber de barreras ni elitismos. La ciudad debe entrar en el museo y con ella, las personas deben encontrar allí un entorno que les resulte familiar, que entiendan que ha sido pensado para ellos. El arte contemporáneo, en definitiva, no es otra cosa que la expresión creativa de unos autores que tienen las mismas preocupaciones que los ciudadanos y las hacen visibles en su nombre.

En este diálogo entre los visitantes y el arte juegan un papel crucial los momentos de acercarse al edificio, cruzar el umbral, comprar un boleto, dejar un abrigo en el guardarropa para estar como en casa, recibir información, aprender a utilizar una audioguía… pero también sentirse cómodo en una tienda que ofrece referencias del mundo del arte, recuerdos o un gran regalo… o tomar algo en su cafetería informal o, con más tiempo, relajarse en su restaurant. Al Malba ya no se va solo a ver exposiciones, sino a otras muchas cosas más.

Sobre el proyecto

El estudio Herreros recurrió a un conjunto de materiales muy cotidianos, próximos a la estética industrial o al bricolaje. Estos elementos son manipulados a través de sencillas operaciones de ensamblaje que trasladan un mensaje de simpleza, como si la obra hubiera podido ser construida por cualquiera de los visitantes del museo.

El sistema unifica todas las actividades previas o posteriores a la visita a las salas de exposición en un único espacio diáfano, con un suelo continuo que recuerda el hormigón de las calles, sobre el que se distribuyen apenas una serie de pequeñas construcciones en madera y de perfilerías de acero y aluminio, a mitad de camino entre el mueble y la instalación artística.

Este código estético y constructivo se extiende a los mostradores de recepción y boletería, las estanterías y expositores de la tienda y las grandes mesas de la cafetería, pero también a otras piezas más pequeñas como bancos, banquetas, sillas y taburetes, que conforman una serie de mobiliarios especialmente diseñada por estudioHerreros para Malba. Ellos le imprimen un carácter doméstico al hall central, que se constituye como un espacio intermedio entre la ciudad y las salas de exposición.

 

Ficha

Proyecto: Estudio Herreros
Estudio local: Torrado Arquitectos
Asesoría Arquitectura Malba: Consultatio
Dirección y Gerenciamiento: Iannuzzi - G. Colombo

El proyecto Nivel 0 fue posible gracias al apoyo del Consejo Asesor del museo y a la recaudación de la Gala Malba XV, celebrada en septiembre de 2016.

Colaboraron con el proyecto: 
Neolith | Samsung